La vida de un soldado en una guerra

 

 Piensan de nosotros que somos los más valientes; pero estoy en crisis, a punto del colapso. La colonia en la que me hospedaba, ya fue cruelmente destruida a través de trinchera, y mis armas junto con mis pertenencias han desaparecido. El Fȕhrer del pueblo intento salvarla, pero fracasó. 

 

Nosotros crecimos con una ideología, creces, vives y mueres para la batalla. No hay espacio para los débiles. El imperialismo va en aumento; el pueblo judío ha hecho una alianza con Italia, en la que se ha firmado un tratado para terminar el nazismo, ya que en los últimos años, se han integrado una gran multitud de gente a dicho movimiento político. Y eso es lo último que recuerdo. Ahora me encuentro aquí en la guerra; un solo descuido y estoy muerto. A lo lejos veo la bandera Esvástica sobre varios cadáveres del grupo étnico que defendían a la gente de la discriminación y el racismo. Pobre gente, son solo personas inocentes.

 

Sigilosamente noqueo a un enemigo que se encontraba cerca de mí, y me acerco a los cuerpos. Con asombro veo tatuado en su piel, palabras como viva el nacionalismo, atrás al fascismo. Palabras valientes para tiempos de guerra, pero al final son solo palabras.

 

Me han herido el hombro por defender a un compañero que me acaba de informar que en Balcanes se realizó un entente llamado Versalles. La herida en mi hombro me hace volver a la realidad. Y noto la sangre que escurre hasta mis manos; que repugnante color. Odio al Reich, al colonialismo y al neocolonialismo. Y a toda esta sociedad barata, que solo nos manda a morir. Con horror veo que me han disparado en el pecho y ahora me encuentro en el suelo, agonizando, y es mi último respiro en este mundo. Adiós guerra, adiós mundo  y adiós a todos.