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EL MAESTRO LUCHANDO TAMBIEN ESTA EDUCANDO

Por: VIVIANA CAROLINA MORALES GÓMEZ

Licenciada en Educación Básica con énfasis en Ciencias Sociales

Universidad Distrital Francisco Jose de Caldas

DOCENTE DE LA I.E.D. JULIO CÉSAR SÁNCHEZ DE ANAPOIMA

El Pasado 22 de abril corría por todo el país una noticia que tomo fuerza con el paso de los días: Los maestros de Colombia iniciaban un cese indefinido de actividades a raíz de varios intentos fallidos de negociación entre FECODE (Federación Colombiana de Educadores) y el gobierno nacional, aproximadamente el 96 % del magisterio colombiano se unió para exigir al unísono diferentes cosas en beneficio no solo de la profesión docente sino de la educación de nuestro país. El 7 de mayo el paro nacional de maestros llegaba a su fin y si bien es cierto se despertaron toda clase de suspicacias y comentarios alrededor del proceso que dio por terminada esta jornada, a título personal puedo decir que fueron más las ganancias que las pérdidas de la misma, principalmente porque le demostramos al país que somos un gremio muy fuerte cuyo poder de convocatoria logra mover municipios, ciudades y departamentos enteros.

 

El paro nacional de maestros genero mucha controversia a lo largo y ancho del territorio, en Facebook, Twitter, columnas de opinión, en las calles, centros de reunión etc, encontré todo tipo de comentarios a favor y en contra de los docentes, precisamente estos últimos despertaron en mí la necesidad de manifestarme, puesto que muchos hablan y sienten la autoridad de cuestionar pero pocos realmente se toman el trabajo de enterarse de los temas que cuestionan. Mi intención en este artículo no es entregar un balance sobre el resultado del paro, (algo que podría hacer en una próxima entrega) mi intención es compartir una texto que escribí a raíz de una publicación que un conocido hizo en una red social, en ella tildaba a los docentes de  inconscientes por dejar de lado nuestras labores cotidianas y “perjudicar” a tantos niños, adicional nos llamaba perezosos afirmando que no queríamos ser evaluados lo que demostraba nuestro poco compromiso con la educación y por ende los bajos resultados de nuestros estudiantes en las pruebas PISA. Remataba diciendo que conocía muchos profesores nefastos y que la educación pública estaba plagada de ellos.  Ante tales afirmaciones escribí:

“Amigo te expongo lo siguiente:

Muchas, muchísimas personas decidimos por convicción, por vocación, estudiar, prepararnos y emprender la hermosa pero poco valorada tarea de enseñar buscando contribuir en la formación de niños y jóvenes de este país, lamentablemente nuestra profesión tiende a ser menospreciada por diferentes personas que creen que por estar enamorados y comprometidos con lo que hacemos debemos ser conformistas con unas condiciones que degradan nuestra profesión y peor aún con unas condiciones que marginan y estancan a muchos de nuestros estudiantes.

 

Estoy de acuerdo contigo cuando hablas de que debemos ser evaluados, claro que sí, los docentes sensatos y comprometidos no tememos a la evaluación pero si exigimos evaluaciones coherentes con nuestras prácticas, con nuestros saberes, con nuestro entorno. Te pregunto ¿Sabes cómo nos evalúan? ¿Sabes cómo están diseñadas las políticas de evaluación de desempeño y de ascenso para los docentes? Si la respuesta es no, te invito a que leas y te informes sobre el tema, con mucho gusto lo haría pero mi post terminaría siendo más largo de lo que ya es. Si la respuesta es sí, imagino debes entender que el modelo de evaluación de ascenso nos condena al estancamiento en nuestro escalafón, sin importar las maestrías, especializaciones, doctorados que muchos han realizado, cada año nos vemos obligados a jugar el baloto de la evaluación que solo unos pocos (de acuerdo a la disponibilidad presupuestal del gobierno) tienen la fortuna de ganar, mientras que el modelo de evaluación de desempeño nos condena a que en muchos casos nuestro quehacer sea calificado por directivos que obstruyen nuestros procesos y convierten este sistema en una valoración subjetiva.

 

Te pido que entiendas que no paramos por “joder” como muchos lo ven, que no paramos por gusto o por moda, no paramos solo para que nos aumenten el sueldo, como lo muestran la mayoría de medios de comunicación parcializados de Colombia. Te invito a que escuches a docentes de todo el país que hoy nos estamos pronunciando alrededor del territorio nacional. Si bien es cierto que exigimos un reajuste salarial (no tendría por qué decir esto, pero hablando hace unas semanas con un señor vigilante me vine a enterar que gana un salario similar al mío, no digo que su trabajo no es importante, pero creo que esto demuestra lo “mucho” que se valora nuestra profesión por parte del gobierno y de otros sectores de la sociedad), también estamos exigiendo una verdadera reforma a las políticas educativas estatales, exigimos mejores condiciones para desempeñar nuestra labor en las aulas, exigimos que nuestros estudiantes tengan las mismas o por lo menos similares posibilidades para recibir su formación, sin importar el sector donde se encuentren (aulas dotadas, equipos adecuados para ellos, refrigerios y si se habla de almuerzos en caso de la jornada única, que sean almuerzos de calidad y no las migajas que les llevan a los colegios), condenas a los docentes porque los estudiantes no han entregado buenos resultados en unas pruebas (diseñadas por organizaciones de corte más económico que educativo) pero tal vez no sabes las condiciones en las que muchos de ellos deben estudiar (40 a 50 estudiantes por salón, falta de ayudas didácticas, falta de profesores porque las secretarias se demoran en nombrarlos etc.), condiciones que nosotros debemos sortear de la mejor manera todos los días.

 

Exigimos también un sistema de salud digna, que no nos lleve a rogar cada vez que necesitamos una cita médica, peor aún si es con especialista, que no deje que más personas mueran en urgencias esperando a ser atendidos o por negligencia médica, creo que esta exigencia es un sentir generalizado de una gran parte de la población colombiana.

 

Pareciera que conoces a muchos docentes vinculados al sector público, cosa que no sé qué tan cierto sea, (somos más de 360.000), puede que hayas dado con algunos que por azares del destino se vincularon a la docencia pero que no están convencidos de ella y lamentablemente juzgas al gremio por estas malas experiencias. Debo aclarar que toda la vida me he movido en el mundo de la educación pública (Estudie en escuela pública, colegio público, universidad pública, mi madre lleva más de 40 años entregada a esta hermosa labor) y gracias a esos docentes que marcaron mi vida (te mentiría si dijera que fueron todos pero si la gran mayoría) hoy soy lo que soy y estoy donde estoy. Los juicios que arrojas los padecemos a diario, vienen de muchos padres que no se preocupan por educar a sus hijos en casa pero que si exigen resultados en el colegio, de algunos estudiantes que no entienden nuestra labor y que solo esperan buenas notas en sus boletines sin esforzarse al mínimo por conseguirlas, vienen de personas del común que creen a ciegas en todo lo que los medios DESinformativos de este país les entrega o en el peor de los casos vienen de personas que como tú, tuvieron una o varias experiencias no muy buenas con “colegas” que se encargan de manchar lo que hacemos.

 

Si leíste hasta aquí te lo agradezco, te pido me disculpes por utilizar tu Facebook para desahogar el dolor que tengo al ver como cada vez nos menosprecian más, al ver cómo nos señalan sin antes escucharnos o detenerse por un momento a tratar de entender lo que vivimos. Podría desempeñarme en otra cosa, tal vez sin ni siquiera acreditar un título profesional ganaría igual o más de lo que hoy gano, pero esto es mi pasión, a pesar de los adversidades creo en mis estudiantes, creo en que la educación es la herramienta más poderosa para generar un verdadero cambio en esta sociedad cargada de odios, rencores, violencia, corrupción y otros tantos sentimientos y males negativos que nos agobian, llámame soñadora, tal vez soñar sea lo único que este sistema mal habido no me podrá quitar”.

 

Cierro diciendo que hoy casi 5 meses después de haber escrito las anteriores palabras sigo igual o más comprometida con mi labor y con cada una de las líneas que escribí, soy consciente que la lucha que emprendí durante esos días será una de las tantas en las que participaré hasta que la profesión docente se dignifique y el pueblo pero sobre todo el gobierno colombiano comprenda que quienes estamos al frente de la educación merecemos respeto, merecemos unas condiciones dignas de trabajo, que nuestros estudiantes sin importar su raza, estrato, ubicación, etc tienen derecho a gozar de una educación de verdadera calidad que no se encuentre amarrada a los gobiernos de turno, ni a beneficios particulares por encima de los colectivos. La educación debe transcender del aula de clase, espacios de reflexión y de debate donde participen los diferentes actores del sector educativo se deben generar constantemente a partir de temáticas de interés general como las que despertó el paro docente, solo de esta forma se logrará que todos juntos nos demos a la tarea de comprender nuestra realidad y de entender que podemos llegar a transformarla.

 

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